lunes, 29 de octubre de 2012

Días de esos...

Días en los que te levantas con fuerzas para comerte el mundo, para plantar cara a tus problemas y ver la vida con otros ojos. Pero va pasando el día y esa sensación de grandeza, de valor y de fuerza se va apagando como una vela...

Si tus fuerzas son bajas de por sí, esto lo acentúa mucho más y ya no hay nada que puedas hacer para coger el día con las mismas ganas que cuando te has levantado de la cama. 

Cuando estas triste no puedes consolar a nadie más, por mucho que lo intentes. El consuelo nunca será el necesario para esa persona, porque no estás teniendo la suficiente enegía positiva, quizás ni una cuarta parte de la que necesitas para alegrarle el día.

El sentimiento que tu cuerpo siente es de impotencia total, de no poder hacer nada más. Porque tu mente no te lo permite, porque tú estás agotada.


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