Ella tenía miedo de volverse a enamorar, la vida no le había
jugado buena pasada, y su experiencia la alejaba de la felicidad, y de rehacer
su vida. Pero el destino movió sus cartas y allí se encontraban los dos, el uno
cerca del otro. Sin pensar en ninguna consecuencia, dejándose llevar.
Él la prometió no hacerla daño, la pidió que se dejara
llevar, y ella sin mediar palabra cerró los ojos y lo hizo, vivió durante
apenas unos días en un cuento del que nunca quería saber el final. Pero nunca
nada es lo que parece, la historia se volvió a repetir, y a la pobre niña la
volvieron a romper el corazón, de la manera más sutil.
Fue solo un mes, treinta y un días que la sirvieron para
enamorarse perdidamente, y para volver a derramar sus lágrimas sobre su almohada
por las noches. Ella ahora vaga por sus pensamientos, dándole tregua, y esperando
a que todo sea mentira. Que un día abra los ojos y se dé cuenta de que el
cuento era real.
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